Formato: LIBROS
Editorial: Mansalva
Encuadernación: Tapa Blanda
Idioma: Español
ISBN: 9789871474943
N° Páginas: 80
Dimensiones: 21 x 14 cm
Fecha Publicación: 05/2014
Sinópsis
Como todas las personas que no me gustaron nada al principio, Guillermo Iuso me gustó mucho después de conocerlo más. Todas mis simpatías empezaron por broncas y mis amores a primera vista terminaron en odios asesinos (pero esa es otra solapa). En 'Todo lo que pasó' Iuso le saca el jugo (todo él es un elogio de la sustancia en el alambique de su cuerpo-laboratorio) a una poética de la autodegradación, valerosa por su disputa con la ilusión de prestancia que pervive aún en la exhibición de una Sophie Calle como despojo amoroso o en la demencia arty de una Yayoi Kusama. Es un dandy negro que en vez de nadar con micros por los canales de Venecia como Lord Byron o salir a la calle sosteniendo un pomelo en la mano como el hermoso Brummel, organiza el itinerario de un moco bajo un chorro de surtidor. Es un cronista de la abyección, una abyección alegre y contable en pajas, speeds, alcohol, salidas en la televisión, grasas saturadas, niveles de colesterol -así como el viejo Bukowski se jactaba de que murieran antes los médicos que los borrachos y de sus arterias limpias como cañerías sin estrenar- luso se jacta de haber bajado el colesterol malo sin haber disminuido sus excesos de Pantagruel en la era del MDMA. El sexo en 'Todo lo que pasó' es sexo, justa reparación simbólica luego de que palabras como 'géneros' o 'deseo', sometidas a todas las tratas le pusieran a sexo' una faja de censura que sólo levantan las viejas revistas porno (en internet cada club de degenerados habla como un activista, un sociólogo o un psicoanalista). Iuso cuenta amores duros, químicos, de ida y vuelta pero increíblemente persistentes en sus inventos sin ilusión sus triangulaciones lujuriosas. Risueño, escribe como en pos de un show literario hecho con todo lo que constituiría lo oculto de una escritura del yo; es el escribiente de los estados bajos del cuerpo material, sus sentimientos no edificantes como el miedo a que haya alguien en el asiento de arras del auto o el dolor autocompasivo hast a el llanto pero sin la intención obvia de transformar en valor el deshecho; no es lo contrario del escribiente paradigmático Bartlebv que prífirt'ría no hacerlo sino que prefiere hacerlo casual, gore pero poco, porque el énfasis es para los que aún anhelan, cobardemente, un semblante. La divisa de luso: 'Qué fuerte me hace mostrar mi debilidad'. María Moreno