Formato: LIBROS
Editorial: Juventud Editorial
Encuadernación: Tapa Blanda
Idioma: Español
ISBN: 9788426114037
N° Páginas: 64
Dimensiones: 30 x 23 cm
Fecha Publicación: 10/1999
Sinópsis
Despues de leer la noticia de un accidente aereo en el Himalaya, Tintin tiene un sueno donde su joven amigo Tchang herido le pide ayuda medio enterrado en la nieve. Al dia siguiente se entera por el diario de que Tchang viajaba en el avion siniestrado, y que no han encontrado supervivientes. Pero Tintin cree que Tchang esta vivo y parte hacia Katmandu con el objetivo de organizar una expedicion de rescate. Tintin en el Tibet coincide con una epoca de graves turbulencias en la vida de Herge, y su creacion constituyo una verdadera terapia para el que le ayudo verdaderamente a salir adelante. Segun nos cuenta el propio Herge en aquella epoca, (ano 1958), atravesaba una verdadera una crisis y sus suenos y pesadillas eran casi siempre blancos. Estos suenos se repetian siempre y el autor se vio en la necesidad de acudir a un psiquiatra que le aconsejo que abandonara este trabajo porque nunca lo acabaria. Cosa que por suerte Herge no hizo. No solo acabo Tintin en el Tibet, sino que, en la opinion de muchos, es una de sus obras maestras. El color blanco reina tambien en casi toda la obra, pero esta vez no como una pesadilla sino como una depuracion. Vemos aqui a Tintin en su vertiente mas humana, muy preocupado por su amigo desaparecido y que emprende un larguisimo y peligroso viaje siguiendo un sueno donde lo ha visto con vida. Herge da rienda suelta a su fascinacion por Oriente y por los fenomenos paranormales: suenos premonitorios, telepatias, levitacion... Herge se documento bien a fondo para realizar esta obra. Para el yeti, segun nos cuenta el mismo, tenia la lista de todas las personas dignas de credito que lo habian visto, una descripcion muy precisa de su forma de vida y fotografia de sus huellas. Herge conocio al vencedor del Anapurna, Maurice Herzog, quien tambien habia visto las huellas y se las describio, senalando que no eran las de ningun oso, sino las de alguien bipedo, que se detenian al pie de una montana rocosa.